viernes, 7 de diciembre de 2012

Al corazón de los hinchas


Ramiro Guzmán Arteaga

Hay quienes apenas se visten con la camiseta de su equipo de futbol favorito quedan  automáticamente transformados en otra persona. Por eso pienso que, ahora que estamos a las puestas de definir un nuevo título del futbol colombiano, es saludable reflexionar sobre la forma en que asumimos el ser  hinchas o  fanáticos de un equipo de futbol.
Confieso que soy un pésimo comentarista de futbol, pero ello no me impide considerar  que cuando un hincha defiende a su equipo en forma compulsiva pierde el sentido de la realidad porque sólo ve un juego: el de su equipo. Y, al no apreciar el partido en su conjunto, se niega la posibilidad de disfrutar el espectáculo.
Pero un fanático es también una persona insegura porque no es capaz de asumir una actitud crítica frente a su equipo, pues siempre lo justifica así pierda en forma franca; en ocasiones el mismo técnico y los jugadores reconocen que jugaron mal mientras el fanático se niegan esa realidad. Creo que se necesita ser un hincha valiente para reconocer que su equipo comete errores, que está dentro de las posibilidades que pierda, que jugó mal porque equivocó la estrategia, porque carece de individualidades o una dinámica de conjunto.
El profesor Oswaldo Fonseca Mendoza me dijo algo magistral y que lo resume todo: “El fanatismo,cualquiera que sea, religioso o deportivo, crea una conciencia falsa porque  adormece la capacidad de razocinio”. El fanático ve virtudes donde solo hay errores, no es autocrítico y por tanto pierde la capacidad de análisis. Sin embargo, en cotra de su propia voluntad, los días o el final del partido le demuestran que no siempre se tiene la razón, aunque él tampoco lo quiera reconocer y viva engañado el resto de la vida.