viernes, 10 de mayo de 2013

Mi admiración por Chávez

Ramiro Guzmán Arteaga
Aunque había escuchado hablar de Hugo Chávez antes, me interesé por conocer más de él desde 1999 cuando leí en El espectador una magistral columna de Gabriel García Márquez  titulada “El enigma de los dos Chávez”, en la que hace tal vez el mejor perfil que se haya escrito del presidente venezolano. Confieso que cuando la leí experimenté un instante mágico que me ayudó a borrar y cambiar para siempre la imagen negativa que de él me habían inyectado los medios de comunicación, es decir, la de un dictador déspota y troglodita, por la de un ser humano cordial, honesto, sincero y caribeño.
Hoy cuando Chávez ha muerto sigo siendo un convencido de sus virtudes y de la gran enseñanza que dejó al mundo. Lo digo porque un hombre que se atrevió a pensar de forma distinta, a romper paradigmas e imaginarios colectivos impuestos por los poderosos es, sencillamente, un gran hombre. Desde luego que sus detractores están en libertad de cuestionarlo en la forma que mejor les convenga, pero eso que lo hagan ellos porque quienes lo  admiramos sabemos que quien murió fue el defensor más grande de los pobres del mundo contemporáneo.
Chávez nos enseñó que el pensamiento humano y ajeno no se debe domesticar en forma funcional como se pretende en esta sociedad en la que nos ha tocado vivir, en la que no se pueden sobrepasar sus límites, en donde no se puede siquiera echar un vistazo ni mirar de reojos más allá de lo que se ha impuesto por encima de la naturaleza humana. Ese es el concepto que guardo de Chávez, aunque nos distancie el que él haya sido un católico consecuente y yo un agnóstico convencido, pero eso es lo de menos.

Augusto Yépez, adiós al maestro de la utopía

Ramiro Guzmán Arteaga
Pocos sabían hasta el pasado miércoles cuando murió, quién era Augusto Yépez Fernández. Desde ayer muy pocos lectores de prensa y escuchas de noticieros radiales sabían que ese nombre con sus apellidos correspondió al de un veterano periodista, cuyo único patrimonio que nos deja, a sus 85 años, es el de recordarlo caminando y saludando a todo el que encontraba en su andar cotidiano por el centro de Montería, como si poseyera el don de estar en todas partes al mismo tiempo, acompañado de su buen humor.
Como suele ocurrir en estos casos, la muerte de un periodista veterano solo nos interesa a quienes ya empezamos a serlo, aunque para las autoridades desde hace tiempo ya hubiera dejado existir. Quienes hicimos el curso de seguimiento a Yépez Fernández lo recordaremos como el locutor estrella de La Voz del Sinú, animador de fiestas populares, corresponsal de prensa, animador de radioteatro y narrador deportivo, mientras sus contemporáneos evocaran sus animaciones en los teatros Variedades y Montería,  en donde Daniel Santos, Liberta La Marque, Celia Cruz y la Sonora Matancera le sacaban rebanadas de música a la Habana.
En fin, Augusto Yépez perteneció a ese admirable mosaico de periodistas autodidactas que en su época tenían más tiempo para la imaginación y para soñar que para sobrevivir, el de los periodistas que no tenían un instrumento distinto que el de su propia inteligencia, su recia voluntad y su vocación arrasadora, contrario a lo que ocurre hoy día en este mundo del espectáculo, la frivolidad y lo artificial, donde muchos principiantes y, otros que no lo son tanto, aspiran a la gloria y a la fama, puesta en pública subasta por el poder, el mercadeo y la sociedad de consumo.

La promesa del alcalde Correa

Ramiro Guzmán Arteaga
En plena campaña electoral el alcalde de Montería Carlos Eduardo Correa firmó, el 29 de septiembre de 2011, un acta de compromiso con los vendedores estacionarios  en la que confirmó que no los desalojaría del espacio público hasta que su administración construya, “entre las calles 35 y 37 con carrera primera y segunda”, un centro comercial.  En esa misma acta la Asociación de Vendedores Estacionarios de Montería, Asoven, se compromete en forma unánime a depositar el voto a su favor.
Preocupados por el silencio del alcalde los miembros de Asoven elevaron un Derecho de Petición solicitándole información sobre el avance del proyecto, para el cumplimiento de la promesa. El alcalde les ha respondido que se encuentra “realizando las gestiones administrativas en aras de determinar el sitio donde podrán ser reubicados todos los vendedores informales ubicados en el centro de la ciudad”, y precisa que, dentro de este propósito, “ya se inició el proceso de contratación para la elaboración de un estudio diagnóstico para definir el sitio.”
Lo que se deduce de todo esto es que en la campaña del alcalde hubo improvisación, falta de planeación,  porque este no es un problema que surgió ahora en su administración sino que viene de mucho antes y por tanto se pudo visionar; es posible que el proyecto lo tenía consignado en su programa de gobierno, pero aun así debió socializarlo y demostrar, con soportes técnicos y estudios serios, su viabilidad para no salir, como ahora, a anunciar la realización de “estudios diagnósticos”, por cuanto aun no tiene un sitio exacto para el Centro Comercial. Lo que queda evidenciado es que esta no ha pasado de ser una promesa de marca mayor, hecha a las volandas, y producto de la calentura de su campaña.

 

Augusto Yépez, adiós al maestro de la utopía

Ramiro Guzmán Arteaga
Pocos sabían hasta el pasado miércoles cuando murió, quién era Augusto Yépez Fernández. Desde ayer muy pocos lectores de prensa y escuchas de noticieros radiales sabían que ese nombre con sus apellidos correspondió al de un veterano periodista, cuyo único patrimonio que nos deja, a sus 85 años, es el de recordarlo caminando y saludando a todo el que encontraba en su andar cotidiano por el centro de Montería, como si poseyera el don de estar en todas partes al mismo tiempo, acompañado de su buen humor.
Como suele ocurrir en estos casos, la muerte de un periodista veterano solo nos interesa a quienes ya empezamos a serlo, aunque para las autoridades desde hace tiempo ya hubiera dejado existir. Quienes hicimos el curso de seguimiento a Yépez Fernández lo recordaremos como el locutor estrella de La Voz del Sinú, animador de fiestas populares, corresponsal de prensa, animador de radioteatro y narrador deportivo, mientras sus contemporáneos evocaran sus animaciones en los teatros Variedades y Montería,  en donde Daniel Santos, Liberta La Marque, Celia Cruz y la Sonora Matancera le sacaban rebanadas de música a la Habana.
En fin, Augusto Yépez perteneció a ese admirable mosaico de periodistas autodidactas que en su época tenían más tiempo para la imaginación y para soñar que para sobrevivir, el de los periodistas que no tenían un instrumento distinto que el de su propia inteligencia, su recia voluntad y su vocación arrasadora, contrario a lo que ocurre hoy día en este mundo del espectáculo, la frivolidad y lo artificial, donde muchos principiantes y, otros que no lo son tanto, aspiran a la gloria y a la fama, puesta en pública subasta por el poder, el mercadeo y la sociedad de consumo.

 

Avanza presencia de ‘almejas’ en el Sinú

Ramiro Guzmán Arteaga

Fui invitado por la Corporación Autónoma de los Valles del Sinú y San Jorge (CVS) a acompañar a una comisión de expertos y docentes interesados en estudiar el fenómeno de la aparición de ‘almejas’ o ‘caracuchas’ en la parte baja del río Sinú, de las cuales fuimos los primeros en hacer público su presencia y a alertar a la comunidad científica sobre la posibilidad de estar frente a un nuevo y gravísimo impacto ambiental derivado de la construcción de la hidroeléctrica de Urrá, como lo es la penetración de la cuña Salina por el cauce del río Sinú.
Insisto en la necesidad de ser prudente frente a esta eventualidad, por eso se deben esperar los resultados de los análisis de las muestras de agua y de los estudios de las especies que oportunamente recogieron los miembros de la comisión, quienes deberán entregar su informe a la CVS. Sin embargo, a manera de testimonio personal, de acuerdo a los observado y el diálogo que sostuvimos con los ribereños, areneros y campesinos, puedo asegurar que la situación es dramáticamente preocupante. Miles de ‘almejas’ avanzan o se están reproduciendo desde la zona estuarina, en Bocas de Tinajones, hasta mucho más arriba del municipio de San Pelayo (Islas Malvinas) e incluso ya se detecta su presencia en Montería. Además, los ribereños aseguran que ahora están pescando ‘especies extrañas’, nunca vistas en el Sinú, al parecer de origen marino, lo cual pone en evidencia un acelerado proceso de penetración de la cuña salina hacia el cauce, y el valle del Sinú en general, cuyos resultados serían catastróficos, pues podríamos estar frente a una señal inequívoca de la afectación mortal del Valle del Sinú. Y a todas estas Urra S.A solo guarda silencio.

 

La sociedad de las frivolidades

Ramiro Guzmán Arteaga
EL premio Nobel de Literatura 2010 Mario Vargas Llosa en su ensayo "La Civilización del espectáculo" (Alfaguara, 2012) nos entrega una magistral radiografía sobre las frivolidades en las que ha caído el capitalismo salvaje y que bien tiene aplicación en cualquier contexto social, incluido Montería y Córdoba.
El escritor se refiere a la desaparición de la política y al ejercicio de la administración pública como quehaceres intelectuales y sociales, porque son actividades que hoy  se encuentran reducidadas a algo insustancial, en donde todo es apariencia, llegando al extremo de confundirse con el juego y la ramplonería.
Desde esta perspectiva, podríamos citar, por ejemplo, todas las "etiquetas", “slogan” o "lemas publicitarios" de los políticos y administradores públicos locales, algunas ridículas, como "La Ñoñomanía", y otras no menos ridículas, pero igualmente insustanciales y demagógicas, como la que identifica a los objetivos de la alcaldía:"Montería progreso para todos" o a la gobernación: “Guerra frontal a la pobreza”.
Desde la mirada de Vargas Llosa con estas consignas los políticos, alcaldes y gobernantes creen acercarse al pueblo, cuando la verdad es que nada de eso tiene repercusiones serias en la marcha de la sociedad. Y eso son nuestros alcaldes y gobernantes, personajes inmersos en un mundo de cosas light, superfluas, en la que prima la apariencia, la frivolidad, la forma más que el contenido, en donde lo popular ha sido sustituido por lo populachero. Y lo grave es que el pueblo les cree.

De modo que leyendo a Vargas Llosa he entendido por qué el alcalde de Montería y el Gobernador de Córdoba ocuparon en el 2012 los primeros puestos con imagen positiva. Porque han logrado castrar al pueblo de su alma y de su poderío ofreciéndoles un mundo de cosas veleidosas e insustanciales.

La profecía de mi abuela

Ramiro Guzmán Arteaga
Escribo esta columna prácticamente a las puertas del fin del mundo y a riesgo de que algunos de ustedes nunca la lean porque, según la profecía Maya, mañana (hoy) hacia las dos de la tarde, en momento en que tal vez usted esté leyendo esta columna, la tierra chocará endemoniadamente con un asteroide errante.
Si se me hubiera ocurrido publicarla la semana pasada seguro la hubiera dedicado por completo a despedirme de ustedes, y a agradecerle al colega Roberto Llanos por haberme permitido este espacio para martillar durante estas 72 semanas sobre la paciencia de esa respetable señora que es la opinión pública.
Pero ya ven que  en medio de esta “civilización del espectáculo” y este mundo enloquecido, que mañana (hoy) llega a su fin ni siquiera tuve tiempo para despedirme de ustedes ni escoger, como hubiera querido, la forma en que me habrían de enterrar si solo fuera yo quien muriera, que hubiera sido como siempre he querido, es decir,  sin ningún ambiente eclesiástico ni funerario para no inflarle los bolsillos a los comerciantes de la fe ni a los empresarios de la muerte, y sin el luto ni el llanto que impone la muerte.
Pero ya ven que ustedes siguen aquí, como todos los viernes, leyendo esta  columna, gracias a que mi abuela Manuela tenía razón cuando me dijo: “tranquilo mijo que el mundo solo se acaba para el que se muere”. Y gracias a su profecía también yo puedo hoy, a cambio de despedirme de ustedes, desearles con toda mi alma una  ¡Feliz navidad! Y decirles: ¡Tranquilos! que, aunque el mundo se acabe hoy, ustedes tienen que ir a trabajar mañana, porque al fin y al cabo mi abuela tenía razón. Hasta el próximo viernes.

El país de los gobiernos mentirosos


Ramiro Guzmán Arteaga
En desarrollo del conflicto con Nicaragua, derivado del fallo de la Haya,  el Presidente asegura que los habitantes de San Andrés quedarán (socialmente) mejor de lo que estaban antes del fallo. A eso le llamo “demagogia racional”, porque esas expresiones, con aparente sentido lógico, no pasan de ser un discurso, pues los días demostrarán que en nada cambiará la situación social de la población de San Andrés.
En esa misma línea, el Gobernador de Córdoba dice que ha declarado una “lucha frontal contra la pobreza extrema”. Una frase lapidaria.  Al parecer el mandatario no tiene ni idea de lo que es el origen de la pobreza; sin embargo, no oculta su satisfacción y hasta se mejora de un malestar que lo aqueja físicamente al enterarse de la noticia según la cual lidera las encuestas de favorabilidad del Centro Nacional de Consultoría. Lo que dicen esas consultas pueda que mejoren de su dolasma al gobernador, pero carecen de una utilidad social real.
También escucho al Alcalde de Montería “preocupado” porque, según cifras del Dane, en la ciudad hay 14 mil niños trabajando. Por eso hace un llamado a los empresarios “para que nuestros niños estén en el colegio y no en las calles trabajando, y para que tengan responsabilidad social”. Frase desgastada. El alcalde debe saber, como en efecto presumo que lo sabe, que termina su periodo y los niños siguen en la calle trabajando porque sus padres también sobreviven del rebusque y, además, los empresarios cordobeses nunca han sabido nada de responsabilidad social.
No le creo al presidente, al gobernador ni al alcalde porque no justifican  socialmente lo que dicen; además, sus expresiones están cargadas de irresponsabilidad porque carecen de fundamentación y van en dirección distinta a  la realidad.