Ramiro Guzmán Arteaga
En desarrollo del conflicto con
Nicaragua, derivado del fallo de la Haya, el Presidente asegura que los habitantes de
San Andrés quedarán (socialmente) mejor de lo que estaban antes del fallo. A eso
le llamo “demagogia racional”, porque esas expresiones, con aparente sentido
lógico, no pasan de ser un discurso, pues los días demostrarán que en nada cambiará
la situación social de la población de San Andrés.
En esa misma línea, el Gobernador de Córdoba dice que ha
declarado una “lucha frontal contra la pobreza extrema”. Una frase
lapidaria. Al parecer el mandatario no
tiene ni idea de lo que es el origen de la pobreza; sin embargo, no oculta su
satisfacción y hasta se mejora de un malestar que lo aqueja físicamente al
enterarse de la noticia según la cual lidera las encuestas de favorabilidad del
Centro Nacional de Consultoría. Lo que dicen esas consultas pueda que mejoren de su
dolasma al gobernador, pero carecen de una utilidad social real.
También escucho al Alcalde de Montería
“preocupado” porque, según cifras del Dane, en la ciudad hay 14 mil niños
trabajando. Por eso hace un llamado a los empresarios “para que nuestros niños
estén en el colegio y no en las calles trabajando, y para que tengan responsabilidad
social”. Frase desgastada.
El alcalde debe saber, como en efecto presumo que lo sabe, que termina su
periodo y los niños siguen en la calle trabajando porque sus padres también
sobreviven del rebusque y, además, los empresarios cordobeses nunca han sabido nada
de responsabilidad social.
No le creo
al presidente, al gobernador ni al alcalde porque no justifican socialmente lo que dicen; además, sus
expresiones están cargadas de irresponsabilidad porque carecen de fundamentación
y van en dirección distinta a la
realidad.
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