Ramiro Guzmán Arteaga
La Cumbre de las Américas
dejó claro que el gobierno de los Estados Unidos debe bajar el tono y modelar
actitudes frente a los países Latinoamericanos y del Caribe; Además, que en el continente se percibe una profunda transformación
social, y que la imagen de Colombia pasa por su mejor momento internacional, pero
el hombre de la calle y la vida cotidiana siguen en las mismas.
El hecho de que no haya
habido un consenso alrededor de una declaración conjunta que incluyeran los
temas gruesos como la participación de Cuba en las próximas cumbres y la
soberanía de Argentina sobre las islas Malvinas, no solo evitó que fuera una
cumbre aburrida, sino que demuestra que los países latinoamericanos ya no se
dejan imponer la agenda de los EE.UU. También quedó evidenciado que la lucha
contra el narcotráfico, enmarcado en un sistema policivo y represivo, ha
fracasado y se hace necesario pensar en nuevas posibilidades, incluida la
legalización de la droga.
A pesar de que EE.UU haya
impedido llegar a un consenso sobre el tema de Cuba, la mayoría de los países
tienen claro que ésta debe asistir con todos sus derechos a la próxima cumbre y
que las Malvinas son argentinas. En cuanto a Colombia, el país está en proceso
de cambio, hay un Presidente sustancialmente bueno, pero la realidad demuestra
que el sistema colapsó y seguimos frente a una realidad económica, política, ambiental
y cultural que requiere de un nuevo modelo social.