La
pregunta que cualquier persona se puede hacer es ¿dónde está la frontera entre
lo que el alcalde de Montería Carlos Eduardo Correa Escaf hace bien y lo que
hace mal? Difícil saberlo en esta ciudad que se deja impresionar por lo artificioso,
por las apariencias; donde la pavimentación de las calles no deja ver la
pobreza, el desempleo ni la inseguridad; donde se pavimentan calles sin
construir alcantarillado, donde se construye ‘una ciudad para que tengamos
carros, pero todavía andamos descalzos’; en fin, donde todo lo feo y podrido se
esconde debajo del tapete, una ciudad que no pasa de ser, desde la perspectiva
de la ‘planeación’ del alcalde, una “tumba
blanqueada”.
Otra
obra sin planeación la constituye ese muro que mandó a construir a lo largo de
la orilla del río Sinú, con el pretexto de proteger la Ronda del Sinú de las
crecientes del río. Un verdadero esperpento, un elefante blanco, un muro de la
infamia, porque no está priorizado dentro del Plan de Acción de la CVS ni
de la Unidad Nacional de gestión de Riesgos, entidad que le dio el aval
e hizo los millonarios desembolsos. La misma CVS conceptúa que el muro
ocasionará un problema adicional al río por el sobrepeso que representa para la
ribera u orilla. Tampoco protegerá la ronda de las crecientes por filtración de
humedad porque, de todas maneras, el agua penetrará por el puerto de los
planchones. Actualmente la obra se encuentra suspendida por la CVS que también tiene una investigación abierta contra el
municipio, el contratista y contra la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo. Sin
embargo, este es el mejor alcalde del país. ¿Cuál será el peor? Por eso hay que
evitar que el gobierno piense por nosotros, para que no nos crea tontos.
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