lunes, 26 de septiembre de 2011

No a Urra II

Ramiro Guzmán Arteaga

En un artículo anterior dábamos cuenta de cómo de llegarse a construir la hidroeléctrica Urra II o Rio Sinú, ¡Dios nos guarde!, desaparecerían del Parque Natural Nudo de Paramillo, y por tanto del planeta, el ultimo relicto de  Zamia, planta vegetal  única en el mundo de la cual se alimentaban los dinosaurios hace 230 millones de años. Sin embargo, un grupo de científicos expertos en biología de la conservación, quienes realizaron la Primera Expedición Científica al Parque Nacional Natural Paramillo, nos confirma que el inventario, de lo que serían los impactos negativos, es mucho mayor.
 En su arremetida la hidroeléctrica extinguiría además cinco especies de peces y tres de aves únicas en el planeta, 38 plantas de uso medicinal, de las 250 especies que existen en la zona; Además, otras 45 especies de peces, 36 de reptiles y 227 de aves. También 140 especies vegetales útiles para la humanidad. Y se extinguirían  la Danta, el Oso de Anteojos y el Jaguar.
Esto es apenas una muestra del impacto negativo de la represa de Urra II o Río Sinú. Y pensar que en Italia se paró  un proyecto hidroeléctrico porque encontraron una especie de rana única en el mundo. En Córdoba los tecnócratas de Urra llegan a encontrar un dinosaurio en el Paramillo y lo matan con tal de construir la represa. Por esto el Consejo de Estado no debería avalar el proyecto, y los cordobeses tampoco permitir su construcción, por el bien de la humanidad.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Más sobre los parques

Ramiro Guzmán Arteaga

A propósito de mi anterior artículo sobre la remodelación de los parques que bordean la catedral San Jerónimo de Montería, me escribe un amable lector:

Me place que sus reflexiones sean de preocupación por la calidad de vida de los Monterianos. Estoy de acuerdo con su escrito. Es cierto que los parques fueron concebidos en anteriores civilizaciones para contarse las cotidianidades de la comarca, sitio de los enamorados por excelencia para regalarse rosas y darse el primer beso, para que los abuelos lleven a sus nietos a jugar y recordar vivencias, y para que los desempleados lean los clasificados de la prensa mientras se toman un tinto. 

Infiero que los parques Miguel R. Méndez y Laureano Gómez fueron remodelados sin tener presente elementos claros de funcionalidad y ornamentación, situación que se pudo resolver con una consulta ciudadana, con la selección de tres propuestas de reformas en las que  se combinaran elementos arquitectónicos y ambientales. 

Es inconcebible, que el proyecto no tuviera presente la idiosincrasia de la comunidad; igualmente que, con el mayor respeto que merece el arquitecto, no se haya tenido presente en sus formas arquitectónica que las “puntas” producen estrés y concentración de esfuerzos frente a formas geométricas diferentes que producen relajación y descansos. Tarjeta amarilla a los planeadores  y diseñadores de las obras públicas. 

Guillermo Guzmán Argumedo
Ing. Civil CC 6870.445 

martes, 13 de septiembre de 2011

Los parques

Ramiro Guzmán Arteaga

Los nuevos parques que bordean la Catedral San Jerónimo de Montería (Miguel R. Méndez y Laureano Gómez) no resultan  estéticamente ni funcionalmente atractivos. Al gobierno municipal se le olvidó que los parques hacen parte de la cultura ciudadana y son mediadores de la cultura popular, por ser lugares para el intercambio de ideas, y por lo tanto de transformación y convivencia social.
 Los dos viejos parques lograban estos propósitos porque resultaban ser   punto de encuentro de los ciudadanos. Hacían parte de la formación cultural y colectiva de los monterianos. Allí lustraban los zapatos (Jamás debieron quitar a los emboladores), tomaban café,  leían periódicos, y se informaban sobre la vida cotidiana. Los ahora remodelados, son parques incómodos, con jardineras cuadradas que dificultan el desplazamiento. Solo sirven para ver pasar los carros y, lo más grave, no generan diálogo, sentido de pertenencia  ni colectividad y por tanto niegan la convivencia.
Los diseños originales no se conservaron y se borró el pasado arquitectónico de la ciudad, cuando se  pudo haber conservado combinándolo perfectamente con un diseño contemporáneo y atractivo. Todo esto sucede porque se carece de una participación integral entre el gremio de arquitectos, que puede aportarle muchísimo a la ciudad a nivel urbanístico y arquitectónico, y el gobierno municipal de Montería, empeñado en imponer una ciudad para carros y no para la gente.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Montería, ciudad al garete

Ramiro Guzmán Arteaga

Así como está creciendo urbanísticamente Montería llegará a ser una ciudad surrealistamente suicida. Su desarrollo es acelerado, desordenado, espontáneo, y responde más al capricho de cada alcalde y de cada urbanizador que a la lógica de construir ciudad. No hay un Plan de Ordenamiento Territorial que marque el modelo de ciudad a seguir.  No existe control alguno de las curadurías urbanas ni de la Secretaría de Planeación Municipal. Son las propias necesidades las que obligan a una planeación desmedida e incoherente. 

En Principio Montería recibió la influencia urbanística española, con sus típicas manzanas cuadradas, con una trama relativamente ordenada en relación con la disposición de sus casas, calles y vías construidas  paralela  al río Sinú. Luego los gobernantes se olvidaron del río y vinieron los barrios que copiaron los modelos del interior del país, cuyas casas no responden a nuestras necesidades ambientales. De modo que hoy despertamos ante una ciudad desconcertantemente  bulliciosa y caótica.

El desplazamiento campo-ciudad amplió la brecha entre ricos y pobres y hace que se diseñe una ciudad formal en el norte en contraste con el caos del sur. Montería no ha encontrado el modelo de ciudad. Lo grave: su pasado histórico está siendo borrado. Se derrumban las viejas casas y los diseños que nos identificaron. En definitiva, en Montería pareciera que la civilización tuviera sangre de verdugo.