Ramiro Guzmán Arteaga
Interesante el altercado planteado la semana pasada entre el columnista de la revista Semana Daniel Coronell y el periódico El Meridiano de Córdoba. La disputa se originó en la columna de Coronell (24/10/11) “Sospecharina” en la que dice, entre otras cosas, haber conocido un video que muestra a personas que lucen la camiseta de la campaña de Carlos Eduardo Correa entregando Bienestaria del Icbf en un barrio de Montería.
La respuesta editorial de El Meridiano (25/10/11) no se hizo esperar. Está bien que lo haya hecho, pues le asiste el derecho a la réplica. Lo cuestionable fue la forma en que lo hizo; mediante un estilo totalitario tipo arenga, y con una fuerte dosis triunfalista trató de desmentir al periodista, sin argumentos, con lo que dejó el sabor de haber logrado el efecto contrario, el de un falseamiento y deformación de la realidad.
En la respuesta hay una prevalencia del “super yo” y una evidente pretensión de considerarse dueño de la verdad absoluta y, lo grave, a nombre de los monterianos, como si todos lo que nacimos aquí debiéramos aceptar pasivamente todo lo que se nos dice y ordena, esto en un tono que nos recordó el lenguaje imperante en los medios políticos del Tercer Reich hitleriano y de los dirigentes comunistas de la antigua Alemania. Esperábamos una respuesta en la que primara el buen gusto y los argumentos y no el de un texto con el sabor propio del resentimiento y la mentira.