Ramiro Guzmán Arteaga
Nunca había confesado, como ahora, mi preferencia electoral. Lo digo con dignidad y con dolor: mi voto será en blanco. Los candidatos no llenan mis expectativas de ciudadano común y corriente. En Córdoba lo que existen son empresas políticas, en las que los socios solo piensan en su lucro personal. Los candidatos son impuestos sin criterios de selección, una réplica de lo que es la vieja dirigencia nacional. Nada nuevo bajo el sol. Solo campañas con propuestas de estómago y de bolsillo.
Temo que los candidatos no manejan la letra menuda del discurso social, ni mucho menos ideológico, dialéctico, que les permita proponer un cambio civilizado de la sociedad. Evidentemente tienen formación académica pero no la suficiente independencia ni formación ideológica que les permita dejar de ser vistos como cubileteros de la vieja clase política.
Aunque sean elecciones departamentales y municipales nada justifica quedarse en lo coloquial. Me gustaría un candidato que, sin caer en la demagogia, sea capaz de visionar un cambio de este sistema obsoleto, que ya colapsó, al que hemos estado sometidos durante años de vida republicana. Esa posibilidad podría estar por el lado de la izquierda, pero ésta se ha coaligado con las prácticas tradicionales, sometidos al mejor postor, que resultaron siendo sus viejos enemigos. Nuestro destino merece propuestas que dignifiquen la política, al ser humano. Que apunten a una sociedad más justa.
que buena reflexión profe...una buena argumentación para motivarnos a decidir por esa opción electoral que de igual manera es valida y tiene su sentido.
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