miércoles, 31 de agosto de 2011

Festival de Literatura

Ramiro Guzmán Arteaga
Gracias a la invaluable gestión del escritor Monteriano José Luís Garcés González, quien no ahorra esfuerzo por sostener con vida el arte de  la prosa como imaginación, se inicia el jueves  en Montería el XIX Festival de Literatura de Córdoba.  Es como un continuar de la función después del festival de cine que con éxito y en forma admirable  culminó en esta ciudad privada, como lo decíamos hace un par de semanas, de buenos espectáculos culturales y permeada por la cultura discriminatoria y consumista.
Un aspecto que llama la atención al momento de darle la bienvenida a esta  versión  del festival es el reconocimiento a la obra del  fallecido escritor David Sánchez Juliao, pues en el repertorio de la programación se destaca la teatralización de dos de sus insignes obras: “El Pachanga”, a cargo de David Pérez Daw;  y “Fosforito”, por Jairo Arciniega. También llama la atención el interés que muestra el evento por la participación de novelistas, poetas, conferencistas, grupos musicales, grupos de teatro y conversatorios.
El festival , organizado por el grupo literario y cultural El Túnel, se constituye entonces en nuestra mejor representación literaria y cultural ante el país,  y un gran paso para la universalización de la golpeada y maltratada literatura cordobesa y caribeña, lo que es de por sí un gran triunfo anticipado del evento. A riesgo de volverme sosamente didáctico diría que en Córdoba casi nunca se habla de literatura, por eso ahora tenemos una buena oportunidad y un motivo poderoso para saber que gracias a escritores como José Luís Garcés González nuestra literatura continúa viva, y es real.

martes, 23 de agosto de 2011

Pelea de pareja


Ramiro Guzmán Arteaga
La protesta de la gobernadora Marta Sáenz Correa ante el gobierno nacional, por el número de asesinatos en el departamento de Córdoba, ha dado origen a una discusión pública que debería cambiar radicalmente la forma de contar los muertos. La gobernadora  dice que los asesinatos eran 575, hasta julio. El Presidente Juan Manuel Santos responde que el número es menor.  
El caso es que en Colombia los gobiernos reducen todo a cifras.  Se cuentan los damnificados por el invierno, el índice de pobreza, los desplazados, los muertos en las masacres, los atracos, las violaciones de derechos humanos, las violaciones a las mujeres y a los niños, los asesinatos ocurridos en la ciudad y el campo. Todo se cuenta. Todo queda reducido a  números, como si la vida fuera un plano cartesiano.
Los gobernantes se olvidan que todo lo que se reduce a mera técnica de análisis de datos niega la posibilidad de ver la verdad de lo que sucede, porque con ello evitan la crítica y la reflexión sobre la realidad. Es lo que sucede en Córdoba, en donde enfrentamos una gravísima situación social, política y de inseguridad.
Mientras el departamento se despedaza y la base ciudadana, el pueblo, aporta las víctimas de estos cataclismos absurdos, los gobernantes, que deben responden por la seguridad y el bienestar, se enfrascan en un debate carente de sentido porque no  se hace sobre la base de la precisión ni, los más importante, la reflexión crítica. Por eso, la gobernadora y el presidente deberían empezar por ponerse de acuerdo, al menos, en la forma de contar los muertos.

lunes, 15 de agosto de 2011

El Neo oscurantismo de la UPB

Ramiro Guzmán Arteaga
La renuncia  de la doctora María Cristina Gómez como decana de la Facultad de Derecho de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB) de Medellín, luego que el rector  le cancelara un foro en el que se le entregaría el honoris causa al profesor Robert Alexy , con el argumento de que éste había sido citado por la Corte Constitucional en la sentencia que despenalizó el aborto, pone de presente que el alma mater va en contravía de los ideales bolivarianos de libertad y unidad, al tiempo que deja claro esa especie de nuevo oscurantismo que se promueve en los sectores más conservadores de la iglesia católica.
Los religiosos que dirigen la UPB temían que el doctor Robert Alexy, quien es hoy el filósofo del derecho más importante del mundo occidental, llegase a tocar el tema del aborto, como si ello no fuera posible. Negar esa posibilidad es ni más ni menos que negar el libre derecho a la expresión. Se olvidan los directivos que la universidad es el espacio natural para el discernimiento y la discusión.
Por eso, la renuncia  de la doctora Cristina es un acto de valor y dignidad, pues los religiosos de la UPB siguen siendo incoherentes con los  principios de libertad de cátedra, y dogmáticos a todos los niveles.  Parece que se hubieran estancado en el siglo XII, donde el clero tenía un poder omnímodo y se abrogaban el derecho de seguir manejando verdades absolutas, mientras las ciencias manejan verdades relativas.  Por fortuna el concordato murió con la constitución del 91.


domingo, 7 de agosto de 2011

Se inicia la función

Ramiro Guzmán Arteaga
En buena hora se inicia mañana el segundo Festival Internacional de Cine de Montería  gracias a la gestión adelantada por la Corporación Festival Internacional de Cine, cuyos miembros están verdaderamente interesados en crear el patrimonio fílmico de Córdoba, formar realizadores, generar turismo y construir pensamiento crítico.
La capital cordobesa es una ciudad privada de buenos espectáculos, por eso el festival, que se extiende hasta el 13 de agosto, no es solo bienvenido sino que también nos ofrece la oportunidad de mirar la cultura desde otro enfoque que no sean las escasas diversiones oficiales, ni las “jaranas sin sentido” a la que nos pretenden  acostumbrar quienes se creen con autoridad para ejercer dominio sobre los demás, que son los mismos que miran la cultura con ánimo consumista y discriminatorio.
Del selecto grupo de cortometrajes cordobeses, hacen parte: Guantes de Arena, El Evangelio de Vicky Roschell,  Mayito Eterno Amor (María Casquito),  El Nelkin,  Buscando el Tiempo Perdido, El Planchón,  y El Hombre Nuevo. Se trata de una modesta e incipiente muestra de nuestro cine cordobés que ha sido realizada con las “vísceras”, pero ante todo con el corazón de un grupo de actores y artistas dispuestos a demostrar que la expresión “festival” es sinónimo de entretenimiento y reflexión, es decir, lo que es el cine.
A Agamenón Quintero, director de la Corporación Festival de Cine, quien conjuntamente con el actor Héctor Durango, la pintora Mariana Hernández y el escritor Oscar Vega hacen posible este dinámico y merecido evento, nos anticipamos a desearle éxitos y expresarles nuestros agradecimientos por intentar cambiar la imagen de Montería sacando adelante este festival, que es uno de los poquísimos experimentos acertados que se llevan a cabo entre nosotros.

lunes, 1 de agosto de 2011

Joe, lágrimas y futbol


Ramiro Guzmán Arteaga
En una sociedad como la colombiana la muerte del Joe Arroyo viene a ser, paradójicamente, algo hermoso.  Sí, así lo es  en un país en el que  predomina el espíritu patriarcal, impositivo y revanchista de occidente. La muerte de un artista popular  como el Joe nos une y nos hace sentir que estamos “ligados a la humanidad “, por el dolor y por la alegría, y no por el deseo de ejercer control hacia los otros.
Al Joe lo lloró todo el mundo, el trabajador y  el empresario, el conocido y el desconocido, pero ante todo el pueblo de carne y hueso.  En Barranquilla  no dejaron de corear sus canciones, mientras otros, en el resto del país, las tarareábamos involuntariamente. Le cantaron en su sepelio de siete horas, como lo hicieron en el Estadio Metropolitano 48 horas después, durante la inauguración del mundial de futbol sub 20, en medio de una admirable coreografía, brindada  a los extranjeros y turistas que no alcanzan a entender cómo es posible que en el mundo haya una ciudad  capaz de bailar, cantar y llorar al mismo tiempo.
El mensaje de su muerte es que en Colombia no existe un solo otro sino muchos otros. La muerte del Joe no puede ser analizada según la esfera social en que nos movamos porque él fue de todos y para todos. Eso lo hace grande.  En Barranquilla, donde la gente no deja de recargar la imaginación, los taxistas no paraban de tocar sus pitos, y todos sabemos que,  cuando esto sucede, es porque el homenaje es merecidamente popular y universal. Joe, a todos nos dolió tu muerte.