La renuncia de la doctora María Cristina Gómez como decana de la Facultad de Derecho de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB) de Medellín, luego que el rector le cancelara un foro en el que se le entregaría el honoris causa al profesor Robert Alexy , con el argumento de que éste había sido citado por la Corte Constitucional en la sentencia que despenalizó el aborto, pone de presente que el alma mater va en contravía de los ideales bolivarianos de libertad y unidad, al tiempo que deja claro esa especie de nuevo oscurantismo que se promueve en los sectores más conservadores de la iglesia católica.
Los religiosos que dirigen la UPB temían que el doctor Robert Alexy, quien es hoy el filósofo del derecho más importante del mundo occidental, llegase a tocar el tema del aborto, como si ello no fuera posible. Negar esa posibilidad es ni más ni menos que negar el libre derecho a la expresión. Se olvidan los directivos que la universidad es el espacio natural para el discernimiento y la discusión.
Por eso, la renuncia de la doctora Cristina es un acto de valor y dignidad, pues los religiosos de la UPB siguen siendo incoherentes con los principios de libertad de cátedra, y dogmáticos a todos los niveles. Parece que se hubieran estancado en el siglo XII, donde el clero tenía un poder omnímodo y se abrogaban el derecho de seguir manejando verdades absolutas, mientras las ciencias manejan verdades relativas. Por fortuna el concordato murió con la constitución del 91.
Excelente observación profesor, el Vaticano se quedó en la inquisición.
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