viernes, 8 de junio de 2012

José Elías

Ramiro Guzmán Arteaga 

Recibí una llamada de un amigo quien con voz discreta y mesurada me informó de la muerte de José Elías Gomezcasserez, uno de los más grandes visionarios, intelectuales, revolucionarios y académicos que haya tenido Córdoba y el país en la década del 70, cuando el magma popular estaba en plena ebullición mundial.
José Elías era un filántropo, una especie de Pablo Neruda, en el que confluían el alma del poeta y el revolucionario de izquierda, en cuya alma no anidaba el sectarismo ni el odio que caracterizaba a los revolucionarios de la época de la guerra fría. Admirado por los marxistas leninistas, los trotskistas e izquierdistas “mamertos”, pero también –paradójicamente- por la derecha liberal y el conservatismo laureanista.
Perteneciente a una familia de intelectuales, José Elías era un filósofo, un lector incansable que nos dejó a sus amigos un saludo memorable, una frase de encanto: “¿qué estás leyendo?”, nos preguntaba con voz clerical. Visionó ante los radicales del PC (M-L) y sus propios compañeros del MIR, movimiento en el que militaba, que años después pasó a ser el MIR-Patria Libre, que la revolución armada no triunfaría en Colombia. La historia le dio la razón.
José Elías Gomezcasserez murió en Cartagena, en silencio, en el olvido, bohemio, como murió el poeta Raúl Gómez Jattin. Sus compañeros del Colegió Nacional José María Córdoba, llevábamos años sin saber de él, hasta ahora que escuchamos las campanas de su muerte.

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