viernes, 24 de agosto de 2012

Cerro Matoso, renegociar con dignidad

Ramiro Guzmán Arteaga

El Premio Nobel de Economía  2001 Joseph E. Stiglitz  debe haber recibido en su casa de Indiana la noticia sobre el proceso de renovación de la concesión de Cerro Matoso, pues en su artículo: “De la maldición a la bendición de los recursos naturales” (El Espectador agosto 19 de 2012), nos hace unos formidables planteamientos para tener en cuenta a la hora de negociar con empresas extranjeras.
Es evidente que los gobernantes en Colombia jamás han hecho buenas negociaciones con las empresas privadas multinacionales, entre otras porque siempre hay intereses personales que priman sobre los intereses colectivos. Negociar no es malo, pero hay que hacerlo con dignidad, haciendo respetar las riquezas de los recursos naturales que son del pueblo colombiano; además, las ganancias se deben reinvertir en el país para generar riqueza social y no para alimentar la corrupción y enriquecer a los poderosos, como actualmente se hace.
En Colombia, más que el gobierno, que todo lo regala al capital privado extranjero, es la sociedad la que debe comprender que todos somos dueño de los recursos naturales.
Negociar sí, pero ¿cómo? Stiglitz nos enseña, por ejemplo, que aún con el “pataleo” de las multinacionales la negociación debe imponer un impuesto a las ganancias extraordinarias, es decir, garantizar que, en caso de que los precios (del níquel en este caso) se disparen, las ganancias extraordinarias no beneficien únicamente a la empresa BHP Billiton sino al país. Cuando se procede así las multinacionales se enfurecen y amenazan con irse pero al final se quedan, de modo que “una renegociación justa puede ser la base de una mejor relación a largo plazo”. No podemos seguir siendo dependientes ni económicamente ni mentalmente del capital extranjero.

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