Por. Ramiro Guzmán Arteaga.
Si algún gobierno de Córdoba se recordará en la historia por la cantidad de ruidos y pocas nueces y la rimbombancia publicitaria será el de Martha Sáez Correa. No hay día que no se haga sentir más por lo que dice que por lo que hace. Cuando no está contestando las críticas, está diciendo lo que va a pasar, lo que ya pasó, lo que nunca pasará. Haciendo lo que Jorge Valdano llamó “profecías con el pasado”.
Martha Sáenz convirtió en periodistas de bolsillo y pregoneros del poder a algunos sectores de la prensa local, con un método más disimulado pero no menos cruel que la mordaza como es el uso de lugares comunes y de los verbos en pretérito (pasado), por cierto muy útiles para manipular la verdad con “guante quirúrgico”.
Martha es una mandataria de contrastes. Convierte hechos irrelevantes en noticia cuando dice que “pagó parte de la deuda del departamento”, elemental; habla fuerte cuando le recuerda al gobierno central el olvido de Córdoba, ¡gran cosa!; quiere infundir respeto cuando “se emberracó”; ¡huy! ¡qué miedo!; trina porque “pide un general y le mandan un capitán”; pobrecita. Aparenta humildad y sencillez pero le encanta la vanidad rimbombante y salida de tono como la de verse fotografiada en cuatro páginas de El Meridiano recibiendo su título de abogada. Mientras tanto el Plan de Aguas, la salud, las vías, y los Juegos nacionales siguen en el limbo. De la inseguridad ni hablar. En fin, mientras para el CNC Martha Sáenz es una “Top ten” nos preguntamos ¿y cuándo empezará a hacer algo grueso por Córdoba?
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