viernes, 29 de julio de 2011

«Panem et circenses»


Por Ramiro Guzmán Arteaga
Fue en el imperio romano donde se acuñó la famosa frase “Pan y Circo”, cuando los emperadores querían mantener tranquila y anestesiada a la población para ocultarle los graves problemas sociales. Y me temo que esa es la frase que podría definir las fiestas que acaban de terminar en Montería.
 Una fiesta cultural debe contar con el respaldo de una conciencia colectiva, social y popular y hacer un despliegue creativo de cultura, pero no ocurre así con el Reinado Popular y “Cultural” de la ganadería, ni con el Reinado Nacional ni muchísimo menos con la feria ganadera. Que los ganaderos hagan su feria, están en todo su derecho. Lo que no se compadece es que se diga que esas son nuestras fiestas. Una fiesta con sentido cultural es un recurso válido en cualquier sociedad del mundo para construir identidad, modelar actitudes, emociones y sentimientos de los ciudadanos, e influir de forma efectiva y positiva en la educación de los habitantes de una ciudad o región.
No cometeré el error de pretender mostrarme como un mojigato religioso ni como un moralizador. No lo soy y además nadie me creería, pero una fiesta que es asumida como una simple estrategia para vender licor no pasa de ser, como dice el escritor José Luís Garcés González,  “una jarana sin sentido” que solo deja los bolsillos limpios y un guayabo con sabor a estribo de cobre en la boca. Nuestras fiestas deberían ser una fuente creadora de cultura, como son en otras ciudades del país. Solo así dejarían de ser lo más parecido a un circo romano.

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