viernes, 14 de junio de 2013

Con la olla a otra parte

Ramiro Guzmán Arteaga
El gobierno municipal dice haber acabado con el principal expendio de droga en el sector de ‘Pueblo Pescado’. Sin embargo, quienes estamos convencidos que una mejor sociedad no es posible mediante la imposición de medidas represivas sino mediante métodos razonables, sabemos que operativos como el realizado no garantizan que se acaben las ‘ollas’ ni el micrográfico.
El microtráfico, como el narcotráfico a gran escala, solo se acabará cuando se extingan las causas que lo originan, como es el deseo de enriquecimiento rápido pero ilícito, producto en gran medida de la falta de oportunidades de trabajo, de educación y la exclusión social. ¿Acaso los capos no han surgido de ese nicho? Coherentemente, se requiere experimentar otras alternativas en la lucha contra el narcotráfico, que incluya la posibilidad de legalizar la droga.
Las políticas represivas contra el delito, al igual que las que se implementan para combatir la pobreza, han fracasado porque el sistema social, político y económico en el que nos ha tocado vivir ha colapsado.
De modo que en Montería las autoridades pueden estar seguras, y de hecho lo están, que la olla de ‘pueblo pescado’ no ha desaparecido ni desaparecerá, que se reproducirá allí o en otro sitio de la ciudad, porque delitos como estos son mutante mientras no se erradiquen sus causas; consecutivamente, más demoran los pequeños expendedores en ser capturados que en ser dejados en libertad por muchas razones. Las ollas hay que acabarlas, es cierto, pero en todo un contexto de política social y no solo con acciones represivas ni penalizaciones pasajeras, ni acciones hipócritas como la de regalarle ropa a los indigentes que consumen drogas o a quienes viven en la miseria, solo para mostrar resultados o embellecer la ciudad dando palos de ciego.

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