El
gobierno municipal dice haber acabado con el principal expendio de droga en el
sector de ‘Pueblo Pescado’. Sin embargo, quienes estamos convencidos que una
mejor sociedad no es posible mediante la imposición de medidas represivas sino
mediante métodos razonables, sabemos que operativos como el realizado no
garantizan que se acaben las ‘ollas’ ni el micrográfico.
El
microtráfico, como el narcotráfico a gran escala, solo se acabará cuando se
extingan las causas que lo originan, como es el deseo de enriquecimiento rápido
pero ilícito, producto en gran medida de la falta de oportunidades de trabajo, de
educación y la exclusión social. ¿Acaso los capos no han surgido de ese nicho?
Coherentemente, se requiere experimentar otras alternativas en la lucha contra
el narcotráfico, que incluya la posibilidad de legalizar la droga.
Las
políticas represivas contra el delito, al igual que las que se implementan para
combatir la pobreza, han fracasado porque el sistema social, político y
económico en el que nos ha tocado vivir ha colapsado.
De
modo que en Montería las autoridades pueden estar seguras, y de hecho lo están,
que la olla de ‘pueblo pescado’ no ha desaparecido ni desaparecerá, que se reproducirá
allí o en otro sitio de la ciudad, porque delitos como estos son mutante mientras
no se erradiquen sus causas; consecutivamente, más demoran los pequeños
expendedores en ser capturados que en ser dejados en libertad por muchas
razones. Las ollas hay que acabarlas, es cierto, pero en todo un contexto de
política social y no solo con acciones represivas ni penalizaciones pasajeras, ni
acciones hipócritas como la de regalarle ropa a los indigentes que consumen
drogas o a quienes viven en la miseria, solo para mostrar resultados o
embellecer la ciudad dando palos de ciego.
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