viernes, 14 de junio de 2013

El cónclave de los arquitectos


Ramiro Guzmán Arteaga
Cedo hoy mi columna a la escritora Ana Luz Navarro Gardeazábal quien vivió la penosa experiencia de asistir a la elección de junta directiva de la Sociedad Colombiana de Arquitectos – Córdoba (SCA). Ella nos cuenta que:
“Resultó siendo todo un cónclave en su más pura versión criolla la elección de la nueva junta directiva de la Sociedad de Arquitectos Córdoba, porque como en cualquier sufragio a corporaciones públicas colombianas fue evidente el proselitismo, es decir, el celo por ganar partidarios (industria normal en cualquier doctrina) aunque estos no estuvieran de cuerpo presente. Esta situación generó curiosas prácticas: se dio un quórum casi mitad presencial mitad virtual; los aspirantes a los cargos además de ejercer su derecho al voto lo pudieron hacer por cuantos les dieron poder, y sus adeptos hicieron lo propio. Todo amparado en los estatutos.
Debo confesar mi ignorancia en temas gremiales y que mi presencia en el referido cónclave fue coyuntural, pero asumí que así como estos colectivos tienen injerencia en la sociedad, los ciudadanos también podíamos opinar en sus espacios… ¡error! La intervención ciudadana está vedada, y la prensa es evitada. Enterarme de eso fue duro, ya que al manifestar a título personal mi tristeza ante esas destrezas que envidiaría cualquier politiquero criollo, algunos de los presentes sólo les faltó emular a la Reina de Corazones diciendo: ¡córtenle la cabeza! Yo, atónita, alegué mi derecho a opinar y fui tildada de atrevida, adjetivo que me enorgulleció en un escenario donde al parecer son desconocidos los impedimentos éticos y la opinión no es derecho sino osadía”.
Y hubo humo blanco pero, sin demeritar a los escogidos, salí sintiendo que todos habíamos perdido, especialmente la SCA Córdoba cuyo bien trabajado prestigio quedó salpicado de hollín.

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