Ramiro Guzmán Arteaga
Confieso que he devorado cuanto encuentro de Dania
Londoño y su novelón derivado de su denuncia mundial sobre el ‘conejo’ que le hizo el guarda espalda de
Obama. Sigo compulsivamente sus pasos. Yo, que íntimamente me considero
admirador de filósofos, científicos, novelistas y ambientalistas, ahora dedico
tiempo a saber si Dania se hizo la lipo, si se levantó las tetas y las nalgas,
si participará en un realiting, si dejó de ser prepago o no. Ahora me terminé de leer de un suspiro una
entrevista en Coloprensa. Y he
descubierto que algo va de ella a Clara Rojas, la del caso Enmanuel, las Farc y
la Película que pretendió vetar en Colombia.
Ambas protagonizan un novelón de peluquería, cometen
el error de esconderles a sus hijos la verdad de lo que les sucedió, pero se
distancian en la actitud. Dania no solo es coqueta sino frentera y sincera, reconoce
que fue prepago y hasta se ríe al enterarse que ridiculizó la seguridad
personal de Obama, que le está sacando provecho y que cobra caro sus
entrevistas. Clara Roja, por el contrario, maneja una actitud que sobrepasa los
limites de la doble moral de las altas esferas de la sociedad bogotana, publica
un libro, concede entrevistas y ve la posibilidad de cobrar por una película
basada en su experiencia, pero cuando al parecer los productores no le pagan los
millones que pide se escuda en el derecho a la intimidad y al buen nombre para
querer impedir, al mejor estilo del Procurador Ordoñez, que la película sea vista
en Colombia. En fin, reitero que le
gasto tiempo a Dania, y a estas cosas cargadas de cursilería y
espectacularidad, pero que también me sirven de tema para esta columna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario